De los inicios de la operación Columna deja constancia un documento interno de mayo de 1989 donde se afirmaba que una vez acometida la "obtención y acopio de información" acerca del"movimiento sindical clandestino", había llegado el momento de "abordar la fase operativa de su desarticulación".
"El movimiento afecta a todas las zonas del cuerpo, y se encuentra en un periodo de fuerte actividad expansiva", recalca el informe. Para atajarlo, se iba a poner en marcha "un dispositivo operativo especial que, en tanto dure la fase de desarticulación, se encargue con exclusividad absoluta y con relevo de cualquier otra responsabilidad de la dirección, coordinación e impulsión de la misma". Este dispositivo contaría con un mando y dos "órganos", uno "de apoyo a la obtención" y otro "de apoyo a la elaboración".
El significado del término "elaboración" queda más claro en otro documento, del mes de agosto del mismo año. "Como quiera que la tipificación plena y absoluta del delito de sedición militar resulta a veces difícil de conseguir", se fijaban unos objetivos para la "obtención de una prueba irrefutable" contra los agentes sospechosos. Entre esos objetivos figuraba por ejemplo el de "conseguir la convocatoria de una reunión del Comité Nacional del SUGC, a la que asistan todos los dirigentes de los comités provinciales (entre 10 y 20 personas) procediendo a la detención de los mismos cuando se esté celebrando".
"Se deben incluir en las peticiones los teléfonos de aquellas dependencias oficiales desde las que, se sabe o presume, contactan los sospechosos cuando se encuentran de servicio y los deaquellas otras personas, familiares o no, que emplean para sus comunicaciones orgánicas", sigue recogiendo este documento interno de agosto de 1989.
Y el supuesto espionaje no era sólo telefónico: una nota de junio de 1990 explica cómo seis personas en un hotel estuvieron "dialogando durante 30 minutos sobre el sindicalismo en el Cuerpo".
Para quienes redactaron estos documentos, la justificación para estas actuaciones pasaba por considerar el asociacionismo como una "agresión contra la sustancia esencial de la institución que emplea todas las técnicas y procedimientos de los movimientos subversivos y que alcanza, en este momento, cotas de alto peligro toda vez que los mecanismos de autodefensa del Cuerpo están casi inermes".
Todo ello a pesar de que algunos de los mandos habían manifestado poco antes del comienzo de la operación Columna que, "mientras no se corrijan las causas de fondo que motivan el movimiento sindical clandestino", éste se reactivaría "periódicamente".
Resultados
En mayo de 1990, 10 de los "miembros más destacados" del asociacionismo según los responsables de la operación Columna se encontraban en prisión preventiva, procesados o cumpliendo arresto. Se apuntaba además que "todas las escuchas, en mayor o menor grado, están dando fruto, y las cintas con sus transcripciones se están entregando, regularmente, en los distintos juzgados".
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