domingo, 4 de octubre de 2009

Parte de la verdad del 23 F, y la del Defensor del Pueblo Sr. Múgica.

Pujol afirma que Múgica le propuso en 1980 sustituir a Adolfo Suárez por un militar de "mentalidad democrática"

En el segundo volumen de sus memorias, el ex presidente catalán habla sobre el 23-F, el caso Banca Catalana, los JJOO de 1992, y de sus relaciones en CiU

El ex presidente catalán Jordi Pujol desvela en su segundo volumen de memorias que, en 1980, el dirigente socialista Enrique Múgica le propuso, en la "obsesión" del PSOE por hacer caer a Adolfo Suárez, sustituir al entonces presidente del Gobierno por un militar de "mentalidad democrática".

ESTRELLA DIGITAL/EFE

MADRID

Después de publicar en el 2007 el primer volumen de sus memorias, la próxima semana Pujol presentará la segunda y penúltima parte de sus recuerdos, Memòries II. Temps de construir (1980-1993) (Editorial Proa), elaborado con la ayuda del periodista Manel Cuyàs, que ha dedicado al libro más de 1.400 horas de trabajo en estos dos años.

Si la primera parte comprendía los primeros 50 años de la vida de Pujol, desde su infancia hasta su proclamación como presidente, este segundo volumen aborda sus primeros 15 años en el Govern, con referencias al 23-F, al caso Banca Catalana, a los Juegos Olímpicos de 1992, a su obra de gobierno y a sus relaciones en CiU.

En la segunda parte de sus memorias, a las que ha tenido acceso Efe, el ex presidente catalán dedica un capítulo al intento de golpe de Estado del 23-F y a los meses previos.

En un momento de grave crisis política por la debilidad de la UCD, Pujol ha revelado que recibió a finales en verano de 1980, en su casa de Premià de Dalt (Barcelona), a Enrique Múgica, entonces destacado dirigente socialista, que posteriormente llegó a ser ministro y hoy es el Defensor del Pueblo.

"No podía defender a Suárez de su amigos"

Según Pujol, la visita tenía por objeto "preguntarme cómo veríamos que se forzase la dimisión del presidente del Gobierno y su sustitución por un militar de mentalidad democrática".

"Le manifesté mi desacuerdo total. Esta visita, con otros hechos, habla de una prisa muy grande de los socialistas por llegar al poder. En definitiva, muy poco responsable", concluye Pujol, que manifiesta, a modo de "reconocimiento", su "buena opinión" de Suárez.

Otros de los dirigentes del momento con los que se entrevistó en 1980, concretamente en diciembre, fue el ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa, que acompañado del gobernador general, Josep Melià, comunicó a Pujol que el Gobierno aplicaría una política autonómica restrictiva porque: "hay peligro de que el proceso se nos desborde", según le dijo.

"Cuando parecía que nos hablaba de una decisión del Gobierno del cual formaba parte, añadió: "Para llevar a cabo esta política que acabo de exponer sólo hay un obstáculo, que es el presidente Suárez. Pero esto se resolverá", relata Pujol.

El ex presidente catalán reflexiona en este punto que si bien rechazó de plano la oferta del socialista Múgica, "al ministro Martín Villa le podía decir bien poca cosa. Yo podía defender a Suárez de sus enemigos pero no de su amigos".

"No ocurrirá nada. Tranquilidad"

Pujol fue informado de la entrada de Antonio Tejero en el Congreso por su secretaria, Carme Alcoriza, y Lluís Prenafeta, que estaban escuchando la radio.

Recuerda que habló con el capitán general de Cataluña, Pascual Galmés, quien le confirmó: "algunos militares me dicen que para superar la situación podría salir la propuesta de formar un Gobierno de unidad presido por un militar de tendencia democrática". "Recordé mi conversación con Múgica", apunta.

Al final, Pujol se decidió a llamar al Rey y es en este punto en el que explica la conocida conversación que mantuvieron entonces, su versión del

"Jordi, tranquil":

JP: "Majestad, ¿qué ocurre?"

Rey: "Estoy hablando con los militares. No ocurrirá nada. Tranquilidad".

En cuanto a sus relaciones en CiU y, en concreto, con Miquel Roca, el ex presidente catalán revela que a principios de los años noventa tenía claro que su relevo debía ser Roca y que él no podía prolongar su presidencia más allá del año 2000, pero "los calendarios no coincidieron" y finalmente no fue posible.

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