jueves, 30 de abril de 2009

Una Vicepresidenta de un Gobierno noqueado, sólo se preocupa de preparar ante el espejo frases históricas, el resto para los parados sin prestaciones.


El rey Carlos IV compró en 1802 por 80.000 reales -una suma más que respetable para aquella época- los terrenos donde se levanta el actual palacio de La Moncloa, y se los regaló a su esposa y prima hermana, la reina María Luisa de Parma, a la que, por cierto, dejó embarazada en 24 ocasiones. Pero María Teresa Fernández de la Vega parece dispuesta a dejar en pañales el derroche del promiscuo monarca Borbón: la vicepresidenta primera del Gobierno ya lleva gastados más de 10 millones de euros en la remodelación de los edificios, instalaciones, servicios y jardines del complejo presidencial. La crisis, como las aves que sobrevuelan la zona -y para cuyo control hay presupuestados este año 27.000 euros-, pasa de largo en La Moncloa.
De los ocho edificios principales que forman el complejo -Palacio, Portavoz, Consejo, Seguridad, Servicios, Crisis, Semillas e INIA-, la parte del león de la remodelación monclovita se la lleva, precisamente, el Ministerio de la Presidencia que dirige la propia De la Vega -también portavoz del Gobierno, además de vicepresidenta-, ubicado en el llamado Edificio INIA, antigua sede del desaparecido Instituto Nacional de Investigación Agraria.
Sólo la limpieza y restauración de las fachadas norte y este del edificio -cuya construcción concluyó en 1958, pero que ha sufrido constantes mejoras desde entonces- han ascendido a más de 800.000 euros. A esa cantidad hay que sumar el coste de la remodelación del espacio interior, ascensores, cuadros eléctricos, redes de saneamiento, medidas antiincendio, grupos electrógenos, cafeterías, zonas peatonales, equipamiento para videoconferencias, redes de comunicaciones, instalaciones de mensajería... Hasta elevar la factura a casi cuatro millones de euros.
El Edificio INIA es la cocina donde se elaboran los anteproyectos de ley, proyectos y decretos que cada viernes, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, aprueba el Consejo de Ministros. Y también el mudo escenario de las broncas que, de cuando en cuando, De la Vega descarga sobre los secretarios de Estado y subsecretarios, con los que se reúne los miércoles, para hacer alarde de su autoridad y ahuyentar la inclinación a la apatía de algunos de sus subordinados.
Centro de Proceso de Datos
La última reforma -de momento- autorizada por De la Vega en el INIA acaba de ser adjudicada a la empresa Elimco Soluciones Integrales, por 608.000 euros, para acometer las obras de adecuación del Centro de Proceso de Datos (CPD), el santuario informático del Ministerio de la Presidencia. A ese proyecto se sumará, muy pronto, un nuevo CPD auxiliar que los técnicos llaman de respaldo, con el fin de cubrir eventuales fallos del sistema principal y evitar el colapso informático de La Moncloa.
A esos gastos hay que añadir partidas presupuestarias menos técnicas pero no exentas de cierta sofisticación, como los urinarios digitales con dispensadores de fragancias (40.000 euros), los sistemas de climatización de los edificios del complejo de La Moncloa (569.000 euros), las cafeterías y autoservicios para los funcionarios (303.000 euros), la conservación de los jardines (345.000 euros), un circuito cerrado de televisión (78.000 euros), un nuevo sistema de comunicaciones seguras (3,3 millones de euros) o el renovado mobiliario del despacho de De la Vega (63.800 euros), entre otros muchos gastos.
La vicepresidenta primera, eso sí, siempre podrá argumentar que, aunque algunos de esos gastos no resulten fáciles de justificar por la agobiante recesión económica, difícilmente podrá superar el listón de Felipe González, que invirtió cerca de 8.500 millones de pesetas -unos 50 millones de euros- en obras de remodelación y modernización del complejo de La Moncloa. Claro que el ex presidente del Gobierno lo hizo a lo largo de 12 años -entre 1982 y 1994-, y que sus predecesores, los austeros Leopoldo Calvo Sotelo y Adolfo Suárez, le traspasaron unas instalaciones muy precarias que pronto se quedaron pequeñas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario