No queremos saber dónde vive ni de qué vive, aunque Roldán nos sopló algo , dentro de su resignación, ni fueron condenados todos los que estaban ni se supo todo lo que se llevaron, lo que sí sé, es que CORCUERA no era un sindicalista de la UGT, sino un gran oportunista y logró vivir muy bien´, ¿Dónde estás, Dónde vives, A qué te dedicas? antaño a perseguir a los Guardias civiles democráticos por pedir derechos constitucionales.
La llegada de un sindicalista de base a la cabeza del Ministerio del Interior, José Luis Corcuera, y las medidas de ruptura históricas: reducción en el uso del tricornio y entrada de la mujer en el cuerpo, parecen traer aires de modernidad ala institución.
Ahora, el S.U.G.C. mantiene un compás de espera en su lucha. Únicamente en el País Vasco sigue con sus manifestaciones públicas dadas sus especiales condiciones. Se denuncia el abandono de los servicios y que los guardias se mantienen encerrados en los cuarteles, dedicados a su propia protección, y al no haber cobertura externa, son un blanco perfecto para los atentados. La tregua libera personal destinado a la lucha antiterrorista, y se les asignan tareas de persecución de sindicalistas, convirtiendo el ambiente en los cuarteles del País Vasco en irrespirable. En el puesto de Abetxuco (Álava), en el que, tras sufrir un ametrallamiento se había puesto en conocimiento público, que su jefe había permanecido bajo la mesa de un bar cercano durante quince minutos, se abre la correspondencia a los guardias buscando documentos relacionados con el sindicato y se les arresta por causas nimias. Con la tregua se pasa del miedo a los terroristas al miedo a los terroristas de dentro 1, de dormir con la pistola bajo la almohada a dormir con la solicitud de hábeas corpus bajo ella.
1 Diario El Correo del Pueblo Vasco. 5 de febrero de 1.989.
Ahora, el S.U.G.C. mantiene un compás de espera en su lucha. Únicamente en el País Vasco sigue con sus manifestaciones públicas dadas sus especiales condiciones. Se denuncia el abandono de los servicios y que los guardias se mantienen encerrados en los cuarteles, dedicados a su propia protección, y al no haber cobertura externa, son un blanco perfecto para los atentados. La tregua libera personal destinado a la lucha antiterrorista, y se les asignan tareas de persecución de sindicalistas, convirtiendo el ambiente en los cuarteles del País Vasco en irrespirable. En el puesto de Abetxuco (Álava), en el que, tras sufrir un ametrallamiento se había puesto en conocimiento público, que su jefe había permanecido bajo la mesa de un bar cercano durante quince minutos, se abre la correspondencia a los guardias buscando documentos relacionados con el sindicato y se les arresta por causas nimias. Con la tregua se pasa del miedo a los terroristas al miedo a los terroristas de dentro 1, de dormir con la pistola bajo la almohada a dormir con la solicitud de hábeas corpus bajo ella.
1 Diario El Correo del Pueblo Vasco. 5 de febrero de 1.989.
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